>Anaid Kupuri Summer 2011
02/02/2011 in '/Pictures/' from /'Anaid Kupuri Summer 2011/'
Catálogo de verano 2011 para la marca de zapatos Anaid Kupuri
No soy nadie para dar consejos, pero me he dado cuenta que hay un punto importante si eres fotógrafo y quieres conservar alive tu material:
No acercar la cámara demasiado al mar.
Fácil eh? bueno… pues a mí me ha costado varias sesiones entenderlo.
El resultado que vemos aquí arriba (del que satisfecho me siento), no fue producto de un primer intento, la verdad es que no. Para ser sinceros, esta ha sido la única sesión que he tenido que abortar/repetir/replantear.
Yo dije “Sí! vamos a plantar los zapatos en algun entorno natural donde podamos captar el dinamismo del agua, las texturas y la frescura del verano.” Que bonito queda dicho así…
Resumiendo: Empezamos la sesión tirando sobre los 70mm y una unidad de flash cercana al producto. Yo me encontraba aproximadamente a metro y medio estirado en el suelo. Esa fórmula empezó a generar por un lado imágenes interesantes, y por otro, el fallecimiento progresivo de mi cámara. Es decir, el agua subiendo era genial, pero el agua cayendo no tanto.
Me encontraba a casi media sesión totalmente empapado y enzarzado en una lucha a cabezonería entre el mar y yo. Evidentemente, ganó el mar.
Poco a poco empezaron a fallar cosas…la cámara se iba desmayando, el generador lleno de agua y de arena, el sistema de radio muerto… todo un éxito.
Me tiré en la arena, me quité la camiseta y empecé a intentar reanimar mi pobre D700. “¡Respira! ¡Respira! vamos nena no me hagas esto…¡lo siento mucho! no debería haberte metido aquí… vamos Daisy… ¡respira cariño!”
Se vivieron situaciones dramáticas aquel día. Ahí estaba ella, tirada con el encuadre perdido y yo gritando si había algún Bucanan en la playa. Desesperado, separé el objetivo del cuerpo y realicé un boca-boca directo al sensor acompañado de un masaje cardíaco en el visor. La estaba perdiendo… seguí así cinco minutos… los surcos de los botones de color azulado, las ranuras arrugadas… la estaba perdiendo… fue entonces cuando me puse a llorar y exclamé “¡¡¡Nooooooooooo!!!” mientras otra cámara (de cine) en plano cenital nos encuadraba a la vez que ascendía cielo arriba.
Me acurruqué junto a mi amor, desolado y abatido mientras por mi cabeza desfilaban las infinitas escenas vividas entre los dos. Los disfrutes, los aprietos… y tras otros larguísimos cinco minutos más… se hizo el milagro: Como si del más allá se tratara, ¡de repente oí el tímido sonido del enfoque automático!
¡Estaba volviendo a la vida!
Ya no gritaba “No”, ahora gritaba “¡¡¡Síiiiiii!!!”. Poco a poco se estaba recuperando. Se tumbó de lado y empezó a vomitar todo el mar que había tragado… ya iba cogiendo mejor color, enfocaba bien y hasta disparaba en ráfaga. Eufóricos como los supervivientes de un naugrafio, nos abrazamos jurándonos huir del salitre y de todo lo que pudiera separarnos.
Finalmente (y después de un spa nikon) volvimos a la carga con la sesión. Buscamos otra localización algo menos arriesgada, tiramos a 160mm mínimo y sustituímos el flash por un buen reflector. Todo un éxito.
Con ésto, sólo quiero decir que he metido la cámara en situaciones de todos los colores, la he puesto a prueba un montón de veces y siempre ha respondido bien, muy bien. Ella es espartana, es el ave fénix. Todo lo que tú quieras se lo merece y más. Pero eso sí, aprendida queda la lección de nunca jamás volver a medir fuerzas con el mar.
Ahora la tengo aquí al lado, mientras tecleo esto que acabo de explicar, la miro y con la sonrisa de las cicatrices pasadas pienso: ¡anda que no nos quedan pistas por bailar!
Me he “emocinao” con este relato, y no es coña. El trabajo genial, como siempre.
jejejeje snif snif.. que susto con el caxarro sin respirar…
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