>Septiembre advierte octubre
12/09/2011 in '/Pictures/' from
Parados en un mirador de Asturias, planeaba encima solemne y tranquila, suspendida entre los vientos del norte con gran control del vuelo mientras desde un coche sonaba una canción que descubrí en una película de la cual no entendí nada.
Pero ahí seguía ella, y aunque me quiso parecer una señal, con el tiempo me doy cuenta de que poco o nada tengo yo que ver con esa gaviota.
Pero bueno, la canción era ésta:
Lo que decía: ahora los colores se enfrían porqué toca, y toca porqué los amarillos celestes ya nos tocaron en junio con N o en julio con L . “Por ahí andó el ecuador” pienso mientras sobrevuelo las largas nieblas de interludio entre una época tal y otra cual. Todas sin identificar. Pero no pasa nada (nada de nada). Del grifo el agua empezará a salir fresquita y beberemos juntos en casa porqué no nos apetecerá salir fuera. Y aunque a veces me mire y me falte tanto algo, podremos dar la bienvenida a un frío contra el que luchar desde un enorme nórdico que actuará como peso acurrucativo en toda la zona de la cama.
Eso nos gusta a todos y a todas.
Y cuando digo nórdico que nadie se imagine a un alemán o a un noruego espontáneo entre las sábanas por favor. Pensar en escenas de pareja que funciona o de soltería convencida. Yo me refiero a fumar con la persiana en puntos luminosos, a ver películas normalillas, a decir al fin adiós a las hormigas.
Pobres hormigas. Cuando las sorprendo en escuadrón atacando a un (también pobre) grano de arroz pienso dos cosas:
1 – Qué cabronas
2 – Si no abandonáis la zona, os mato.
Es entonces cuando el arroz tira más que mi amenaza e insecticida en mano (a veces a dos manos) cometo atroces crímenes contra la hormiguidad. Psssssssssssssss!!! Pssssssssssstt!!!! Psssssssssssssssshhtt!!
Así que tras la contundente acción de mis armas israelitas contra su carne palestina, el panorama es desolador. Y es ahí cuando me viene una tercera cosa a la cabeza:
3 – Pobrecillas
No soy de los que disfrutan viéndolas morir… podrían haberse retirado, podríamos haber llegado a un acuerdo para que se terminaran el grano en la terraza, pero nada… ya sólo queda una encimera llena de cuerpos sin vida mientras unas pocas todavía agitan sus antenitas y arrastran su medio cuerpo a duras penas minutos antes de sucumbir al poder de la química. Y cuando digo química que no se piense en el más auténtico de los enamoramientos. Que se piense en muerte y en destrucción por favor.
Adiós hormigas.
Y pese a que con el insecticida destapado me crezco y me pongo chulito, he de reconocer que el invierno en el horizonte me asusta un poco. Sobretodo visto desde un septiembre que como las desgraciadas de mi encimera, todavía coletea. Pero repito, el agua del grifo saldrá fresquita, el nórdico nos protegerá y los mosquitos desaparecerán (los mosquitos no me dan la pena que a veces me dan las hormigas). Y como las canciones dicen que seguramente todavía nos quedan muchos mares por navegar, desde esta meseta me da la vena tranquila y anestesiada de olvidar cualquier brújula o reloj. Hago un DO con la guitarra y ya me siento mucho mejor.
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